No cabe duda que cuando uno tiene que ir, tiene que ir... sobre todo después de una pachanga llena de licor y todo tipo de alcohol. La peor parte es para las mujeres, ya que no les es tan sencillo desahogarse como para los varones... Tienen que incarse o ponerse en cunclillas, buscar un lugar apartado, estrecho y oscuro y después de hacer sus necesidades (orinar) terminan con los tobillos y zapatos salpicados y lo peor llega cuando alguien con una cámara digital y les hace esto.
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